El voto (in)útil
Los puntos sobres las íes…
A
menos de una semana de las elecciones internas 2014, se avecina el inicio de
una nueva etapa. Ya dejaremos atrás la decisión que atañe a cada uno de los
partidos en forma privativa, para entrar de lleno a la campaña rumbo a las elecciones
nacionales. Éstas si, a diferencia de las internas, harán que midan fuerza los
distintos partidos, unos contra otros, y ya no hacia adentro.
En poco tiempo, ni bien empiecen a
perfilarse las encuestas y aparezca algún escapado volveremos a oír, casi sin
lugar a dudas, el manido tema del “voto
útil”.
Y justamente ahora, antes que
empiecen a leerse encuestas para octubre, es que me viene oportuno escribir
sobre este tema. Nadie podrá sostener que lo que expresaré tiene finalidad
alguna, pues hasta la fecha, no hay pronósticos serios sobre qué pasará con los
posicionamientos a partir del 2 de junio. Casi todos
los encuestadores y politólogos han expresado que luego de las internas empieza
una nueva carrera, y que la misma no está definida. Que puede haber segunda
vuelta o no, y que en caso de haberla, no está definido cuál sería el segundo
de los candidatos en participar.
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Como ya ha sucedido en elecciones
anteriores, no faltará quién sostenga que es necesario votar al que viene
segundo para poder hacerle frente al que viene primero. Que votar al tercero o
al cuarto es tirar un voto, ya que lo que único que eso logra es favorecer al
primero, sin posibilidad de cambiar la situación del tercero o del cuarto. En definitiva,
votar al segundo es lo único que pueden hacer todos (salvo los partidarios del
primero) para darle utilidad a su voto, y que el mismo no sea “tirado a la basura”.
Craso error.
Quien eso sostenga, tal vez no tenga
claro que es lo que se vota en octubre, ya que de tenerlo claro, no podría afirmarlo.
En octubre se vota algo seguro, y otro algo eventual.
Empezando por el final, “el algo eventual” es la pareja de
candidatos que competirán en noviembre por la presidencia del país, obviamente,
si no hay ningún candidato que obtenga el 50% de los votos más uno en
octubre. Es como la definición del Campeonato Uruguayo de fútbol. Tal vez se
define a un solo partido, tal vez a más…pero hasta no jugar ese primer partido,
no sabemos cómo sigue. Lo que sí sabemos
es que el partido, de jugarse, se juega no importa la diferencia de puntos.
Basta que ninguno supere la mitad de los votos para que se juegue. La segunda
vuelta es, en definitiva, una elección meramente presidencial.
Por el contrario, la elección del
Parlamento no tiene “finales”. Se
vota en octubre y no hay posibilidad de cambiar el resultado, o de que otro
salga campeón.
Esta es en definitiva, la
importancia de la elección de octubre: elegimos
nuestros representantes al Parlamento. Elegimos a quienes votarán las
leyes en el próximo periodo. En definitiva, estaremos decidiendo como nos
afectará en nuestra vida corriente la actividad político-gubernativa.
Y es por esto que quienes caen en la
falacia del “voto útil” están en
realidad haciendo un “voto inútil”.
Si votamos pensando en mejorar el
posicionamiento del “otro” candidato
para el ballotage, la realidad es que no le aportamos nada, ya que
perfectamente podríamos (eventualmente) votarlo en la segunda vuelta. PERO AL DARLE EL VOTO ANTES DE TIEMPOS ESTAMOS SACRIFICANDO LA
CONFORMACIÓN DE UNA BANCADA MAS NUMEROSA PARA EL PARTIDO AL CUAL EFECTIVAMENTE PREFERIMOS.
En la primera vuelta debemos votar
dentro de nuestros partidos y conformar las bancadas legislativas que mejor se
adapten a nuestras concepciones políticas. En segunda vuelta, ya con el
Parlamento conformado, podremos votar para Presidente a aquel que mejor
encuadre con nuestros ideales, y ahora sí, sea de nuestro partido o de otro.
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Retomando – y reiterando – el
principio y dado que todavía no sabemos quién correrá la carrera de noviembre,
si es que se corre, termino estas reflexiones con la conciencia tranquila, y
sin que nadie me pueda acusar de llevar agua para mi molino, si es que alguien
piensa que soy molinero.
‘ta
luego.