miércoles, 7 de septiembre de 2022

La eutanasia y el derecho supremo a la vida, ¿otra falacia argumental?

 La eutanasia y el derecho supremo a la vida, ¿otra falacia argumental?

Los puntos sobre las íes…

 

Había un país, hace mucho tiempo, en que en los debates se escuchaban argumentos coherentes…

 

Hola gente, hace más de un año que no publico, pero he asistido en el último tiempo a un debate con relación a la eutanasia que me merece algunos divagues y divagaciones. No es objeto este artículo tomar partido por una u otra posición (aunque sí la tengo y la he expresado más de una vez en la jungla de tuiter).

Entre los contrarios a la aprobación de la norma he encontrado argumentos con falsas oposiciones (cuidados paliativos vs. eutanasia). No es a estos que me referiré en este momento.

También he encontrado argumentos incoherentes.

Estos son los que me interesan en este momento.

He escuchado a varios que califican estos argumentos como hipócritas. Yo no llego a tanto. La hipocresía implica una intención de engañar, y no es mi intención atribuir intenciones. He ahí la elección del término “incoherente”.

Entremos en tema.

El leit motiv de muchos de los que se oponen a la sanción de la ley de eutanasia parte de la premisa de que la vida es “el bien superior” o “un derecho supremo” o distintas variaciones de lo mismo.

Son libres de tener tal creencia. Lo son. Pero no lo son de creer en ello en algunas circunstancias y no en otras, salvo que la coherencia no les interese. En definitiva, o es el derecho supremo o no lo es, pero no podemos jugar a la mosqueta con esto.

         He notado asimismo que muchos de quienes tienen esta posición, son los mismos que estaban contra la posibilidad del aborto o a favor de la LUC (y esto lo afirmo por olfato y sin tener ningún dato... como suelo leer por ahí, no tengo datos pero tampoco dudas, je)

         Y esto viene al caso porque parece que el bien supremo no lo es tanto en algunas circunstancias.

         Ninguno de éstos, o al menos yo no los he oído o leído, han propuesto eliminar de nuestro ordenamiento penal a la legítima defensa, o al menos la posibilidad de dar muerte en uso de la misma a un agresor. Por medio de este instituto se exime de responsabilidad a quien – con determinados requisitos – da muerte a un tercero en defensa de sus derechos. No en defensa de su derecho a la vida, sino en defensa de sus derechos en general. Traduciendo esto al español, puedo estar exento de responsabilidad si mato a alguien en defensa de mi propiedad… pero… ¿No era que la vida era el derecho supremo? ¿Cómo se explica que pueda tomar la vida de otro en defensa de - por ejemplo - mi propiedad, que para ellos es un derecho de menor rango? E incluso con la LUC se amplió el alcance de este eximente de responsabilidad. Ya no se aplica solo para intrusiones o agresiones dentro de la vivienda sino incluso para construcciones separadas de la misma. Volviendo al principio de este párrafo, no he escuchado a estos contrarios a la eutanasia oponerse ni a la legítima defensa ni a la ampliación de su alcance hecho por la LUC. Por el contrario, he escuchado a varios haber defendido el instituto de la legítima defensa y a la LUC en su totalidad.

         Situación parecida se da con el aborto, y aclaro que no voy a entrar en el tema de “aborto sí, aborto no”. Como ya dije, cada uno es libre de tener sus convicciones. Pero esto no obsta que marque nuevamente otra incoherencia.

         Sostenían los que no estaban a favor del aborto que el nonato ya es portador de vida y por tanto no hay justificativo alguno para quitársela. Pero a esos mismos nunca los vi pidiendo modificar el Código Penal. Y esto viene a cuento por lo regulado en el artículo 328 de dicho cuerpo normativo (cuya redacción es de 1938, y antes de eso no era delito en ninguna circunstancia). Dicho artículo regula las atenuantes y las eximentes para el delito de aborto. Es decir, en nuestro país ya había abortos en los que no había pena para quien lo practicara. Nuevamente, y traducido al español, en nuestro país ya había abortos en el que no se castiga al abortero por causas tales como el honor, la violación, cuestiones de salud o por meras razones económicas. Repitiendo una de las preguntas realizadas más arriba, ¿cómo se explica que pueda tomar la vida de otro (para quienes sostienen que hay vida desde la concepción) en defensa del honor de una mujer, o por algo tan banal como no tener dinero, siendo que para ellos la vida es el derecho supremo?

Ya finalizando, el tema da para mucho. Pero para lo que no da es para usar argumentos incoherentes, que por falta de racionalidad terminan siendo argumentos meramente sensibleros.

Digno de estudio, y quedará como tantas cosas para otra vez, es el averiguar la causa por la cual parece más aceptable decidir sobre la vida y muerte de un tercero que sobre la propia. Como dijo alguna vez Antonio Escohotado, de la piel para adentro mando yo…

Y tal vez, tan solo tal vez, alguna vez hablaré de los que están en contra de la eutanasia o el aborto pero a favor de la pena de muerte… en fin…

Hasta la próxima, si es que hay…


@dannyvile

viernes, 9 de julio de 2021

Firmá para que el pueblo decida, una falacia argumental.

 

Firmá para que el pueblo decida, una falacia argumental.

Los puntos sobre las íes…

 

 Luego de unas vacaciones de cinco años, heme aquí de vuelta… y con ganas de pelear.

Entrando en tema y ya finalizado el plazo y con las firmas entregadas en la Corte Electoral para que nadie me acuse de intentar interferir con el proceso (como si yo tuviese posibilidad de hacerlo, je), quiero compartirles estas líneas. Poco importa se estoy a favor derogar totalmente la LUC, de derogar ciento treinta y cinco artículo o apenas unos pocos de ellos, o si estoy a favor de la misma.

He escuchado, y descuento que Uds. también a más de un promotor del referéndum contra la LUC intentar conseguir firmas con el argumento del título: no importa que estés a favor o no, firmá para que el pueblo decida.

Pues bien, tal razonamiento es una falacia. Al menos lo es cuando se recorre el camino de recoger firmas de al menos el 25% de los inscriptos habilitados para votar (el llamado “camino largo”).

Con la presentación de firmas que lleguen al 25% de los habilitados para votar la Corte nos convoca a todos para que por medio de la urna manifestemos si estamos de acuerdo en derogar el texto recurrido. Esto es el llamado “camino largo”.

Quien elige el camino largo, va en busca de las firmas de al menos el 25% del padrón electoral. De alcanzarse ese número mágico se habilita el referéndum y un tiempo después todos somos obligados a votar para manifestarnos a favor o en contra de la ley - o parte de la ley - que se cuestiona, es decir y recién en esta instancia, nos convocan a votar para que el pueblo decida.

Elegido el camino largo, para lo cual se da un tiempo de un año a contar desde que se promulga la ley, los promotores de un referéndum cuentan con todo ese plazo para hacer conocer sus argumentos, para publicitarlos e incluso para plantear debates y por supuesto para juntar las firmas. Cierto es también que pueden no tener con quien debatir, pero esto es parte del juego político… ¿o nos vamos a asombrar ahora que alguien no quiera debatir porque se siente seguro ganador, o mal debatiente?

La carga de juntar las voluntades para que el recurso se someta a votación es de quien lo promueve. Quien está a favor de una ley, o la misma le resulta ajena, no tiene la obligación de hacer nada. Su “decisión” es justamente no firmar. Si no se llega a las firmas es que "el pueblo" decidió que no le interesa derogar nada, y esos "decisores" son al menos el 75% de los habilitados para votar. No son moco de pavo. A ver si soy claro, si alguien no está a favor de que se convoque a un referéndum, no firma, y esa ya es “su decisión”. Si alguien no está a favor (y esto se exterioriza con la “no firma”), es un sinsentido que luego, y de no haberse llegado a las firmas requeridas, tenga que volver a manifestarlo en una urna.

Y lo anterior es así salvo que los promotores de un referéndum crean que el pueblo es idiota y que es necesario insistir e insistir para que finalmente se iluminen.

Como dije al comienzo de algún párrafo anterior, quien promueve un referéndum por el camino largo tiene la carga de conseguir las firmas de quienes están de acuerdo en habilitarlo y son contrarios a la ley a derogar. Si ni siquiera llegan al 25% del padrón electoral entre los que están de acuerdo con ellos, se termina la historia. No corresponde que pidan “firmas prestadas” para llegar a ese porcentaje.

Salvo, nuevamente, que el fin de llegar a las firmas requeridas no sea únicamente el votar dentro de los 150 días posteriores. Y esto no debe parecer extraño o ajeno. Una de las razones de elegir el camino largo es tener a la población movilizada por muchos meses. Y si a esto le agregamos el tiempo hasta la efectiva votación estamos ante una golosina nada despreciable.

Con la presentación de firmas que sean más del 2% de los habilitados para votar la Corte nos convoca a todos para que por medio de la urna manifestemos si estamos de acuerdo en que haya referéndum o no. Alcanzado el 25% del padrón electoral en esta instancia, se aprueba la convocatoria a un referéndum donde finalmente se resuelve si se deroga o no se deroga el texto recurrido. Esto es el llamado “camino corto”.

Por último, y cerrando el tema, el razonamiento anterior no corresponde para el caso de optarse por el camino corto. En este caso las firmas habilitan a que nos convoquen a decidir si queremos referéndum o no, o lo que es lo mismo, a que el pueblo decida si quiere decidir.

Hasta la próxima, si es que hay… BTW, la última vez que dije esto demoré 5 años en volver…

@dannyvile

viernes, 18 de marzo de 2016

De lobos solitarios y avestruces colectivas.

De lobos solitarios y avestruces colectivas.
Los punto sobre las íes…


            He dejado pasar un tiempo antes de referirme a este tema. Y no es que no tuviese nada que decir, todo lo contrario. Era tanto lo que quería escaparse de mi boca, o de mis dedos, que preferí dejar pasar un tiempo para poder elegir la forma de abordar el punto.

         Y a pesar que han pasado los días, me cuesta elegir un abordaje, por lo que es posible que esta sea la primera de una serie de reflexiones, pero tal vez no la última.
            
      En fin… Muchos se reían de mí cuando en tuiter hablaba de que ya estaban acá. Otros, “en una buena”, me decían que frene, que no sea paranoico, que mis comentarios sólo generaban más rechazo, que Uruguay era distinto o que estábamos en la otra punta del mundo. Por último, y no eran pocos, estaban los que directamente se lamentaban de que yo estuviese – en aquel entonces – equivocado.

Pero resultó que no estaba equivocado, ni soy paranoico, ni nuestro paísito es diferente, y aquellos que entonces se lamentaban, hoy tal vez se regocijen.

    Luego del primer impacto que causó la noticia, a los pocos minutos ya empezó la autocomplacencia vernácula. En mi TL (los que no son tuiteros, pregunten) pude leer “es un loco suelto”, “actuaba sólo”, “es una excepción”, “los uruguayos no somos así”… hasta un “ya se va a saber que era un usurero”…  Tal vez nada de lo anterior es lo importante.

   Principiando, y no importa cómo se lo quiera disfrazar, lo acontecido en Paysandú es un crimen de odio. Nada importa si se conocían de antes o no. El homicida lo asesinó por motivos religiosos (seguramente mal comprendiendo la religión) y el asesinado lo fue por la única razón de ser judío. Podría haber sido él, o podría haber sido otro, pero ese día iba a morir (o iba a intentar matar) a un judío.
            
     Tristemente los mensajes del gobierno fueron tan desalentadores como los leídos en las redes. El Ministro Bonomi una vez, y otra vez también, no paraba de decir que había actuado sólo y que no habían encontrado – hasta ahora – relaciones con grupos internacionales. Varios días debieron pasar para que el Presidente enviase un mensaje de condolencia.

    Más triste aún fue la actitud de los diputados del Frente Amplio. En forma inexplicable le negaron el derecho a un diputado de Paysandú de expresar lo que sentía. Y la excusa fue patética. Debían esperar el pronunciamiento judicial. ¿DESDE CUANDO UN DIPUTADO NECESITA UNA RESOLUCIÓN JUDICIAL PARA PODER EXPRESARSE? Vergonzoso.

       Para abonar el tema, al asesino le diagnosticaron una enfermedad siquiátrica de base. Eso bastó para reafirmar el avestrucismo. A pocos les importó que a pesar de ello el Juez lo encontró imputable. Es decir, a pesar de su esquizofrenia paranoide, el tipo sabía lo que hacía, apreciaba la antijuridicidad de sus actos y entendía las consecuencias de los mismos. Traducido al español, el tipo mató sabiendo lo que hacía.

Pero es todo más de lo mismo. Recuerdo las marchas y las declaraciones de los jerarcas del momento cuando el incidente de Tania. Las mismas que estuvieron ausentes cuando el asesinato de David. No estuvieron mal aquellas declaraciones. Estuvieron mal estos silencios.

            Pero supongamos que nada de lo anterior fue así, y que efectivamente el asesino es un demente. ¿Alcanza con eso para golpearnos complacidamente la espalda y convencernos que no nos debemos preocupar? La respuesta es una sola: NO.
     
      Poco importa el estado mental del asesino. Lo importante de este tema es que el mensaje que algunos propagan por el mundo fue efectivo. Ese mensaje que nos llega, que nos invade, que nos satura casi hasta el infinito, de que está bien matar a otro por una causa (sobrenatural o terrenal), aunque ese otro ni sepa de que causa se trata y nada tenga que ver con el tema, triunfó. No importa que quien lo recibe esté cuerdo o no. No le importa al que lo propaga y menos aún le importa a la víctima. La realidad es que, ya sea un lobo solitario o un loco suelto o un integrante de una red internacional, el deseo de muerte de los terroristas tuvo un desenlace exitoso para sus fines. Al terrorista nada le importa quién es el que mata o cuáles son sus convicciones mientras con sus actos se siembre el terror.

    Como dije al principio, es posible que en otro momento vuelva sobre este tema. Es posible que no. El tiempo lo dirá… Pero lo que no podemos dejar de lado es que no estamos en Disneylandia, como dijo otro ministro, sino que somos parte de un mundo global del que no podemos aislarnos. El terrorismo, o sus efectos, no están en otro mundo, ni siquiera podemos ahora afirmar que está en la vuelta. El terrorismo, o sus efectos, ya están acá. Llegaron. Y partir de la muerte de David, ya será difícil sustraerse de ellos.

      Queda sin embargo una esperanza. Y esa esperanza la veo representada en Rossana Migliónico (@rmiglionico), cara visible y portavoz de la organización de la marcha realizada en Paysandú. A través de ella debemos agradecerle a los más de diez mil sanduceros que marcharon en silencio en señal de repudio por lo sucedido. Esos sanduceros que no demoraron en condenar el hecho. Que no necesitaron esperar una resolución judicial para expresarse. Que no dudaron en dar sus condolencias a la familia. Que no enterraron sus cabezas en un pozo para no ver lo que pasaba. Que no trataron de justificar lo injustificable o minimizar lo no minimizable. Esos sanduceros que en definitiva son los representantes del Uruguay del “deber ser”.


    A ellos, gracias.

    Hasta la próxima, que seguramente habrá.

                                               @dannyvile